domingo, julio 13, 2008

Carta al miedo y la tristeza

Me vino a buscar en la noche, llamó a mi puerta y le dije: pasa y acomódate. Bebimos y reímos largo rato. Estaba contenta. Yo le decía que pronto amanecería. No me escuchó. De nada me valen ahora sus lamentos, solo me quedan recuerdos de su risa. Le dije: sabias que mi alma limpiaría la porquería que traías. Ya solo queda vida. Descansa en paz amiga mía, ahora llama a mi puerta el amor y la alegría. ¡Bienvenida!.

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